La harina blanca se ha convertido en la bestia negra de los nutricionistas. Se estima que el 90 % de los adultos ingiere una cantidad insuficiente de fibra y los expertos tienen claro cuál es el culpable de este problema: el consumo de harina blanca altamente refinada.
La verdad es que, desde hace un siglo o más, la harina blanca es la reina indiscutible de nuestras dietas. Pan blanco. Pasta. Bollería. Innumerables productos de panadería, tanto salados como dulces. Todos ellos son componentes básicos de la dieta de la mayoría de la población. Aparte de las patatas y el arroz, representan la principal fuente de hidratos de carbono en la alimentación de muchas personas.
¿Y cuál es el problema? Que la harina blanca no contiene prácticamente nada de fibra. Actualmente sabemos que la fibra, aunque es prácticamente indigerible, desempeña un papel fundamental en la regulación de la flora intestinal y la salud del sistema digestivo. Y el intestino tiene una influencia sorprendentemente grande en nuestro estado de salud general.
Si consumimos una cantidad insuficiente de fibra, lo más probable es que nuestra salud intestinal se vea perjudicada. Y esto da lugar a problemas tan diferentes como altos niveles de colesterol, enfermedades coronarias, diabetes de tipo 2, obesidad y toda un serie de trastornos del sistema digestivo.
Teniendo en cuenta que los cereales abarcan un amplio porcentaje de nuestra dieta, si no nos proporcionan fibra, es complicado alcanzar los 30 g diarios de este nutriente que necesita de media una persona adulta. Sin embargo, las autoridades sanitarias, los nutricionistas y los fabricantes de alimentos se están dando cuenta de que no es muy efectivo pedirles a los consumidores que lleven a cabo un cambio radical en sus dietas y empiecen a consumir productos integrales. A pesar de sus efectos perjudiciales, la preferencia por los alimentos hechos con harina refinada es abrumadora.
La pregunta es entonces: ¿cómo se puede ofrecer a los consumidores los alimentos que quieren, pero con un mayor contenido de fibra?
La respuesta es mediante el uso de aditivos ricos en fibra como el GOFOS.
Un grano de cereal está compuesto de tres partes: el germen —la parte que germina y de la que sale una nueva planta—, el salvado —la capa protectora externa de mayor dureza— y el endosperma —la parte interna rica en almidón—.
Normalmente, para fines culinarios, lo que le interesa a la gente es el endosperma. Sin embargo, durante la mayor parte de la historia del cultivo de los cereales, una vez molido el grano entero, era muy complicado separar los fragmentos de salvado y germen de la parte rica en almidón. Por eso, la gente se lo comía todo.
Pero resulta que las partes menos deseables son las que tienen un mayor contenido de fibra.
Todo esto cambió en la última mitad del siglo XIX, cuando empezaron a popularizarse los molinos de rodillos. Estos molinos permitían separar de manera eficiente el almidón pulverizado obtenido del endosperma de los fragmentos de salvado y germen.
La harina refinada se volvió asequible y disponible para todo el mundo. A la gente le gustaba su sabor y su textura más suaves, y a los panaderos su mayor estabilidad y que podían alcanzar unas fechas de caducidad más largas.
Y este es el punto en el que nos encontramos actualmente. La harina refinada es la opción favorita de la mayoría de las personas por su sabor y su versatilidad. Pero esto conlleva un problema desde el punto de vista nutricional.
Hace mucho tiempo que se sabe que refinar la harina elimina gran parte de su valor nutricional. La harina blanca se ha estado enriqueciendo con hierro y vitaminas B (niacina, tiamina y riboflavina) desde la década de 1930, después de que los científicos establecieran la relación entre la eliminación de estos nutrientes junto con el germen y la proliferación de una serie de enfermedades.
Añadir fibra dietética a los productos hechos con harina blanca es en realidad una nueva fase de este enriquecimiento. El GOFOS, un miembro de una familia de hidratos de carbono complejos llamados fructooligosacáridos que están revolucionando el panorama de los aditivos dietéticos para el aporte de fibra, es una opción especialmente adecuada.
El GOFOS, extraído de la remolacha, es especialmente apreciado a la hora de endulzar los productos de panadería por su propia capacidad edulcorante (es de hecho más o menos la mitad de dulce que el azúcar común).
A pesar de su sabor dulce, el GOFOS es indigerible, lo que significa que aporta cero calorías: son todo ventajas y ningún inconveniente.
Norkem es uno de los principales componentes de la cadena de suministro de GOFOS en el Reino Unido. Para obtener más información, incluyendo nuestra capacidad para suministrar también hierro en polvo para aplicaciones similares, póngase en contacto con nuestro equipo de ventas de alimentación y bebidas.